Las ramificaciones de la práctica, ahora común entre los adolescentes, del sexting siguen apareciendo, como lo demuestra la condena de una adolescente de Ohio en un caso que involucraba imágenes de chicas desnudas.
El desnudo femenino ha sido una presencia constante en la obra de grandes artistas. Ya sea la diosa Eva metamorfoseándose en su serpiente, El origen del mundo desnudo de Courbet o Los libertinos del siglo XVIII.
Los orígenes de la pintura de desnudos
El cuerpo es una fantástica fuente de inspiración para un artista, ya que es la encarnación de la belleza, el deseo y la ensoñación. Las pinturas de desnudos han marcado la historia del arte y son parte de una gran tradición pictórica, desde el antiguo grupo de monumentos de Khajuraho hasta los desnudos reclinados clásicos de Modigliani o las odaliscas de Matisse e Ingres.
En el Renacimiento, el redescubrimiento de la Antigüedad y el interés por la belleza plástica alentaron a los artistas a valorar el desnudo como un objeto estético. Además, en este período se desarrolló un enfoque científico de la anatomía, y muchos artistas, como Leonardo da Vinci, diseccionaron cuerpos para comprender el esqueleto humano y la ubicación de los músculos.
Mientras que algunos artistas fueron capaces de transformar el desnudo en un tema iconográfico por razones religiosas o mitológicas, otros, como Jean-Honoré Fragonard, lo utilizaron para explorar la frivolidad y el rococó. Su obra Sin camisa, de 1770, por ejemplo, representa a una mujer con la blusa quitada en una pose sensual. La obra despierta el deseo sexual tanto en hombres como en mujeres heterosexuales, mientras que sus significados nebulosos sugieren que es sensual e íntima.
El Renacimiento
Antes del siglo XIV, las representaciones de desnudez en el arte cristiano eran raras y se utilizaban principalmente para iconos. Pero en el Renacimiento, que duró de 1400 a 1600, el cuerpo humano se convirtió en el centro de la práctica artística. El renovado compromiso con la cultura griega y romana antigua abrió una nueva tolerancia para la figura humana, que podía representarse desnuda como parte de temas bíblicos y estudios anatómicos.
Para los hombres, estas imágenes despertaban la Viejas desnudas lujuria, pero también la ansiedad de que pudieran ser percibidas como indecentes o incluso paganas. Podrían provocar las tentaciones del diablo o ser vistas como evidencia de la mala intención de las mujeres de esclavizarlos, castrarlos y condenarlos. Por ejemplo, el grabado en madera de Hans Baldung de Phyllis montando a Aristóteles desnudo en su jardín transmite la idea de que las brujas de espíritu libre estaban en complicidad con el diablo para seducir, esclavizar y contaminar.
Sin embargo, algunas representaciones renacentistas del desnudo fueron demasiado lejos. Por ejemplo, el cuadro de San Sebastián de Fra Bartolommeo era tan revelador que sus feligresas se quejaban de que tenían pensamientos pecaminosos mientras lo miraban.
El rococó
El rococó dominó el diseño de interiores, el mobiliario y la pintura en el siglo XVIII. Sus rasgos más destacados eran las curvas sensuales y la feminidad resplandeciente. También promovía el gusto por la cultura exótica. Por ejemplo, el típico vestido rococó de mujer tenía un corpiño ajustado con un escote bajo decorado con lazos de cinta en el centro del frente y amplias alforjas. Estaba adornado con grandes cantidades de encaje, cintas y flores.
Jean Honore Fragonard, un pintor rococó que estaba bajo el patrocinio de la amante de Luis XV, Madame de Pompadour (1715 - 1774), produjo pinturas con temas de amor y encuentros amorosos. La camisa quitada de 1770 es una de sus pinturas de desnudos más famosas.
Antoine Watteau fue un destacado pintor rococó que revolucionó el género de la pintura de desnudos con sus fete galante (pinturas de festivales). Sus temas tenían una carga erótica y eran juguetones, en lugar de serios como las escenas mitológicas y pastorales de Boucher. Watteau favorecía a las mujeres con rasgos de muñeca embellecidos y piel de porcelana.
Los románticos
Los románticos creían que el mundo necesitaba ser regenerado y renacer, empezando por los niños. En su opinión, los niños eran innatamente puros e incorruptos, con una preciosa afinidad por la naturaleza. En su arte intentaron reavivar esta perspectiva infantil. La famosa pintura de Olimpia de Friedrich Schinkel ejemplifica este enfoque. Las niñas aparecen encorvadas en una postura muda, sus torsos sin cuello y sus abdómenes estrechos las hacen parecer inseguras y pasivas. Esto le da a la pintura una cualidad voyeurista, pero no es de naturaleza erótica.
En contraste, la obra de Wilhelm Lehnberg ejemplifica un tratamiento más erótico. Distorsionó el desnudo para transmitir la visión de una mujer como parte de un harén de Oriente Medio.